La construcción adyacente, de algo menos de un par de metros de altura que culmina en una pirámide y está recubierta en una de sus caras con losas de piedra distribuidas artísticamente para conformar representaciones del número 33 y una cruz y una espada cruzadas, es por su originalidad y diseño, un objeto de interés artístico, histórico y patrimonial.
A pesar que han circulado versiones que esta pieza podría haber sido un mojón demarcador de las primeras mensuras de la ciudad en épocas de su fundación por la década de 1850, consultas realizadas a profesionales del medio han desestimado ese origen en el emplazamiento actual, que es donde se ha conservado al menos desde hace casi un siglo, que es desde cuando se tiene memoria de su existencia.

El recubrimiento que conserva en su cara oeste, fue obra del recordado escultor coterráneo Ramón Rubiños (1927-2010), reconocido por la utilización de la piedra laja en sus obras, quién realizó el trabajo por cuenta del escribano Isabelino Suárez, dueño de la casa, en el entorno de los años 60, según él mismo lo confirma en una entrevista realizada antes de su fallecimiento por la periodista Daniela Lemes.
Mucho se ha especulado también sobre su simbología, aun cuando cabe suponer que el número 33 alude a la ciudad, y la espada y la cruz entre cruzadas estarían simbolizando la unión del militar del coronel Dionisio Coronel con el párroco José Reventós, para la fundación de nuestra ciudad; Fundamentalmente esta versión se reafirma por la similitud con la simbología que decora el Obelisco local erigido en homenaje a los fundadores de Treinta y Tres. Hay, también, otra versión que vincula esa simbología la masonería, pero tampoco existen testimonios validos en ese sentido.
Lo claro, es que su origen, como decíamos antes, es incierto. Cuando se decidió por parte del actual propietario conservar la pieza a pesar de haber demolido el resto de la construcción existente para realizar la actual edificación, la primer idea fue trasladar su locación a otro lugar, pero cuando se comenzó a excavar para ese traslado, se comprobó que la base del mojón está construida muy profunda, en ladrillos y no es la típica base de un elemento de este tipo, sino que es más parecido a un antiguo cimiento de edificio. Este descubrimiento echa por tierra una de las versiones circulantes que decía que se trataba de un mojón que en épocas de mensura estuvo en el centro de la plaza, y que luego había sido descartado para ubicar la efímera estatua de Lavalleja, y que un vecino interesado había rescatado y reinstalado en el patio de su domicilio. Refuerza, además, la teoría que se trata de los restos de una de las vigas de una antigua construcción existente en ese predio, que permaneció en el tiempo y que sin conocerse las motivaciones se encargó su recubrimiento con ese diseño.
GGD/2022