La imponente construcción de la época, aprobada en 1936, fue culminada en 1938 y funcionando para su uso original recién la encontramos durante los últimos años de la década del ’50. El presupuesto aprobado por la Ley 9579 de 1935 aportó $ 20.000 para el rubro «paradores- hosterías». En los albores de las intenciones de un Uruguay turístico, llevó a la decisión del en aquel momento Ministerio de Turismo, construir tres Paradores para difundir los productos con potencial futuro. Por ello, se levantaron tres construcciones en tres puntos del país, con idéntica construcción.
Uno en el sur, sobre el Río Santa Lucía, otro en el Cerro Pororó, por ruta 13 a pocos kilómetros de Aiguá y el tercero en La Charqueada, junto al Cebollatí.
Un gran monte de coronillas rodeaba la construcción que se encontraba alejada del poblado del momento, pero que de a poco se fue integrando al paisaje. Sobre el arquitecto de las 3 obras hay un manto de misterio.
Todas Las versiones apuntan al Arq. Julio Vilamajó como el creador del diseño original de las tres construcciones. Vilamajó, fue uno de los más reconocidos arquitectos uruguayos, fue quien urbanizó la zona de Villa Serrana, con más de 70 obras, entre hoteles, residencias, apartamentos y edificios educativos. En la actividad internacional recibió su máximo galardón al ser elegido como arquitecto consultor para realizar la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.
El parador de Charqueada tuvo dos etapas, uno de un cuerpo de obra de forma rectangular con una planta alta y una segunda época, de la cual no hay fecha de reforma, pero que se le agregaron terraza y escalera exterior y se amplió hacia el frente, dando mayor volumen al espacio interior y una vista inigualable del Cebollatí; siempre manteniendo los mismo lineamientos de los creadores del parador. El primer uso que tuvo el hoy ícono de La Charqueada fue un Hogar Diurno para Niños, aunque luego fue cerrado.
Al poco tiempo, la vecina Margarita Saccone de Serralta logró que se abriera nuevamente como Hogar para atender a niños cuyos padres trabajaban durante el día en los emprendimientos productivos de la zona. La vecina Ester Ricardí la recordaba con cariño y anotaba que «cuando Margarita se fue, el hogar se cerró. Los muebles que ella había conseguido se donaron a la Escuela No 9».
Ester también recuerda que «el primer concesionario fue un señor que vino de Maldonado», pero nadie recuerda su nombre, «luego estuvo Maruja Restuccia, luego un señor Francisco «Pancho» Martins. Estuvo poco tiempo, ya que viajó a ocuparse del Parador «Las Cañas», en la zona de Fray Bentos. El cuarto permisionario fue don Juan María Niz, “trabajando varios años», nos cuenta.
En el año 1967 llega desde Treinta y Tres Walter Vica, quien estuvo al frente del mismo durante 21 años. Luego estuvo la vecina, hoy desaparecida, Mabel Shabán, y en los últimos tiempos, distintos concesionarios han probado fortuna hasta el presente, nuevamente a cargo de empresarios fernandinos, quienes tienen la responsabilidad de administrar el espacio creado por los visionarios de la época, desde hace ya 80 años. Con todo esto el parador municipal es un baluarte que ha conseguido en la comunidad local hacerse ser no más de su vida social cotidiana que básicamente turística por lo que fue creado.No hay familia de Charqueada y la región que no esté ligada a una fiesta,casamiento, bautismo o cumpleaños.
Walter Acarino